Queridos chicos:
Una mezcla de sensaciones me invade hoy; aquí, frente a ustedes, los recuerdos se hacen presentes con mucha fuerza y emoción.
Tomando las palabras de Eduardo Galeano, “recordar” es “volver a pasar por el corazón” y es eso lo que hice al pensar estas palabras para ustedes.
Recuerdo la primera reunión de todos los docentes que íbamos a iniciar este nivel en esta sede, donde expresamos lo que significaba este desafío, y las palabras de la Hna. Cynthia motivándonos, alentándonos en este caminar.
Recuerdo esa primera clase de Geografía, sus caritas, sus miradas intentado descifrarme, mientras yo me mostraba todavía un poco rígida y con una sonrisa interna pensando cuanto me duraría esa seriedad. Y nos fuimos conociendo, haciendo crecer este hermoso vínculo que hoy nos une y nos hace disfrutar de la alegría de encontrarnos en cada clase, en cada recreo y en todo momento en el que la vida cotidiana del Colegio nos cruza.
Esas charlas de tercer año nos marcaron, esas charlas individuales, grupales, la de los “varones”. Cuántas cosas dichas, cuánta generosidad y apertura tuvimos, cuántas emociones encontradas, porque esas lágrimas, esos enojos, esos errores, esos aciertos, aunque ustedes no lo crean, los definió para siempre. Las verdades de cada uno, puestas así, en las manos de todo el curso los ayudaron a crecer y caminar juntos, más unidos. Estoy convencida que siempre lo vivido tiene un “por qué”, tiene un significado. Dios pone en nuestro andar experiencias o situaciones que nos marcan para toda nuestra vida, pero debemos tener la certeza que todo pasa por algo y nos sirve para continuar creciendo como personas.
Podría seguir recordando momentos, palabras, abrazos, pero sería interminable y sé que todos están guardados en nuestros corazones. Las fotografías mentales aparecen y se recrean una y otra vez. Pero no me quise quedar solamente en ellas, en las del pasado, y por eso les regalé en estos días dos fotos que nos muestran en el aquí y en el ahora. Porque en una fotografía construimos esos recuerdos para nosotros mismos. A veces no nos damos cuenta del valor de los recuerdos hasta que se convierten en memoria. Memoria de un camino recorrido, memoria de un sinfín de aprendizajes.
Queridos chicos, me queda decirles gracias. Gracias por sus risas. Gracias por la alegría. Gracias por las palabras. Gracias por la escucha. Gracias por las enseñanzas, porque enseñar es estar abiertos a seguir aprendiendo, es comprender que el afecto educa y que no hay satisfacción inmediata, sino una cosecha en el tiempo. ¡Qué lindo fue aprender juntos!
Hoy cierran una etapa y me siento feliz de haberlos conocido y acompañado.
Quedan desafíos en este abrir caminos, que pueden generan miedo o incertidumbre, pero no duden que tienen las herramientas, que parecen invisibles, pero ahí están, listas para usarlas, listas para construir. Confíen en sus talentos, esos que los hace especiales; sepan descubrirlos y brillar con ellos. Hagan lo que aman, amen lo que hagan, porque esa es la clave para emprender grandes proyectos… y estoy segura de que ustedes están para grandes cosas. Crean, crean en ustedes mismos, les aseguro que esa fe les dará calor, les dará aliento y fortaleza, en aquellos momentos de incertidumbre que tiene la vida.
Busquen la verdad que permita construir una sociedad justa y contemplativa. Busquen estudiar porque ello los forma diariamente, les da identidad, les permite dialogar con el otro, y es un acto de esperanza ante esta realidad tan compleja que nos rodea.
No olviden las palabras de Santo Domingo, “vayan, prediquen, estudien”. Uds. forman parte de ese proyecto de verdad, de caridad, de amor y desde hoy tienen la misión de llevarlo a donde vayan. Son herederos de esta voz, de esos pasos, de esas huellas.
Recuerden siempre a su Colegio, porque les brindó el espacio para que se formen, se conozcan, para que fortalezcan sus vínculos que ojalá perduren para toda la vida. Tengan la certeza que siempre quisimos darles lo mejor, el cariño brindado, la contención diaria, el acompañamiento permanente. Tengan en cuenta el ejemplo de Madre Elmina, para ser hombres y mujeres de bien, ya que crecieron iluminados por su espíritu y sepan que ésta siempre será su casa porque así lo hubiera querido ella.
Y cuando todo resulte cuesta arriba, estas palabras seguro les ayudará a encontrar su esencia: “Mientras haya algún gemido de dolor, alguna voz que reclame verdad, esa será la razón de continuar lo que ella empezó”.
Los quiero con el alma, hasta pronto y muchas gracias.
Profesora Anabel Ponce – Tutora